De la materia a la vida

 

 

y de la vida...

 

 

al ¿espíritu?

 

 

Introducción

 

            La materia, a partir de su aparición, procedente de la energía primigenia del big-bang en el comienzo del Universo, ha sufrido una constante evolución; las unidades materiales tienden a asociarse y esto lleva a un creciente estado de mayor complejidad: la materia se va constituyendo en niveles de organización cada vez más complejos en su trayectoria evolutiva que coexisten con la de anteriores niveles, más simples; Así, en el Universo hay todo un muestrario de todos los estados materiales: los de anteriores etapas evolutivas y los actuales. ¿Hasta donde llegará esta carrera evolutiva en la complejidad material? Reflexionemos sobre algunos aspectos...

 

Surge la materia

 

            Surgió la gran explosión de este Universo: La energía primordial (¿Dios?) se inestabilizó (no se sabe como y por qué) y comenzó a transformarse, a crear materia, a medida que se iba expandiendo y enfriando. La energía-materia se expandía y evolucionaba en un marco de espacio-tiempo. Las primeras unidades materiales no se conocen todavía (¿cuerdas?); pronto surgieron los quarks, los fotones, los electrones y los neutrinos.... Después, los núcleos de los primeros átomos (hidrógeno y helio), los primeros átomos, átomos más complejos... las primeras moléculas... las estrellas.... las galaxias....las moléculas biológicas.... los planetas.... los seres vivos... hasta la actualidad. El orden de aparición debió ser este o similar a este.

            Si nos fijamos, en este breve relato de la evolución material, ya aparecen asociaciones y complejidad: Las hipotéticas cuerdas se asocian para formar quarks, electrones, neutrinos... Los quarks se asocian para formar protones y neutrones; los protones y neutrones se asocian para formar núcleos atómicos; los núcleos atómicos se asocian para formar átomos. Con estas asociaciones parece que se consigue mayor estabilidad material y es un proceso ligado al enfriamiento progresivo del universo en sus primeras etapas. Cada uno de estos niveles asociativos de materia, encierra una determinada cantidad de energía que, entre otras cosas, mantiene unidas entre sí las partículas materiales asociadas (energía de enlace o de asociación).

 

Hay que tener en cuenta que, según la teoría de la relatividad, tanto la materia y la energía por un lado y el espacio y el tiempo por otro son dos manifestaciones distintas de lo mismo. La energía y la materia están en constante transformación, la una en la otra y viceversa, aunque parece ser hay una tendencia evolutiva a crear cada vez más materia (¿enfriamiento del Universo?). Además la materia en su acción sobre el espacio tiempo surgido a partir de la gran explosión (comienzo de la creación del Universo) lo curva y deforma por su efecto gravitatorio; es como una esfera de plomo que, por su peso, deforma un tejido sobre el que se apoya.

 

Y los átomos se asocian para formar moléculas. Son los electrones de estos los que sirven de nexo de unión entre ellos. Como ocurre en cualquier asociación material, como resultado de ella, aparecen nuevas propiedades y una mayor potencialidad en la nueva estructura, en este caso, la molécula; esto ocurre sobre todo en las moléculas heteroatómicas: los átomos distintos unen sus características y sus”fuerzas” para formar la molécula y emerge esta con características propias, que no son la mera suma o adición de las de los átomos constituyentes. Estas propiedades emergentes dan mayor campo de acción y autonomía a la nueva estructura material, en este caso la molécula. Esta ley es básica en cualquier asociación material. Pongamos un ejemplo simple: Una molécula de agua compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, no es la suma de sus componentes sino que tiene una entidad propia y unas propiedades y modo de existir que no tienen ni el hidrógeno ni el oxígeno.

 

Surgen los ácidos nucleicos

 

Las moléculas se pueden asociar para formar macromoléculas. Algunas de estas macromoléculas han sido y son el fundamento de la vida. Son grandes moléculas de carácter polimérico, formadas por unidades, a su vez moleculares, que se repiten (monómeros) pero que no son exactamente iguales entre sí; el orden o secuencia de repetición determina un tipo de información distinta y si son lo suficientemente largas dichas macromoléculas pueden almacenar información por distintas secuencias repetitivas de los monómeros. Estas macromoléculas son los ácidos nucleicos (ADN y ARN) y los monómeros que se repiten son los nucleótidos, moléculas que son muy parecidas entre si¸ solo se diferencian en las bases nitrogenadas que llevan; hay cuatro bases distintas que se repiten y se pueden formar variaciones de estas cuatro bases con repetición en las larguísimas cadenas de ADN; este hecho da lugar a un gran almacenamiento de información: es la información genética y los genes son fragmentos de este ADN de diverso tamaño con una determinada secuencia de nucleótidos y de sus bases. Es un lenguaje de cuatro letras: Ejemplo de un fragmento de gen en una hebra de ADN:

 

            .... A – C – C – T – G – A – A – G – C – C – T – T ....

A = adenina  T = timina  C = citosina  G = guanina  Estas son las cuatro bases nitrogenadas del ADN.

 

            Como vemos en la asociación de nucleótidos (moléculas) para formar ácidos nucleicos (macromoléculas) aparece una propiedad emergente nueva y fundamental: la capacidad de almacenar determinada información; es la información de los seres vivos, que se almacena en forma de genes. Si a este hecho añadimos la capacidad de replicación o reproducción que tienen estas macromoléculas, ya tenemos aquí, las bases de la esencia de los seres vivos; los seres vivos que hay en la Tierra no se entienden sin estas moléculas que son su esencia.

 

            Y de esta manera comienza la aventura evolutiva de la materia viva. Los seres vivos son capaces de almacenar información en sus genes, de la forma antes indicada y de perpetuarse en el tiempo mediante la reproducción. Así la materia viva es una materia especial que es capaz de registrar en si misma su propia historia, sus vivencias, en forma de información genética; a lo largo de la evolución de los seres vivos se observa una tendencia a aumentar dicha información, con los cual estos seres vivos son cada vez más poderosos, más autosuficientes, controlan mejor el ambiente; en otras palabras: logran sobrevivir mejor y son más estables. Esto trae consigo una complejidad de la materia viva creciente: aparecen seres vivos cada vez más complejos, pues así se supone que logran un aumento de información y un mejor control ambiental.

 

 Leyes de la evolución biológica

 

Claro está que esta tendencia evolutiva no se desarrolla de una forma lineal; es un proceso reticular y complejo; la evolución de la materia y en especial de la materia viva sigue unas determinadas leyes:

 

1. Es un proceso irreversible; no hay marcha atrás.

2. La materia viva nueva se monta, se estructura sobre la vieja; es decir las estructuras vivas aprovechan lo existente anteriormente y lo intentan mejorar; un ojo, por ejemplo, no sale de la nada, sino que es un órgano resultado de muchos años de evolución de estructuras precursoras que se han ido perfeccionando.

3. La evolución trabaja por el método ensayo – error – acierto. Las estructuras innovadoras son ensayos de la naturaleza que a veces tienen éxito, aciertan y otras no, yerran. Es el ambiente de cada momento que mediante la selección natural escogen las estructuras exitosas, mejor adaptadas al ambiente presente.

4. La evolución no escatima estructuras ni formas de vida. Existe una diversidad de seres vivos muy notable en la Tierra. Estos aprovechan cualquier oportunidad, cualquier ambiente, para adaptarse a él y prosperar.

5. En un momento dado, hay una coexistencia entre formas de vida más primitivas que quedan como testimonio de tiempos pasados, con formas de vida más modernas, muchas veces más complejas. Otras formas de vida desaparecen y no dejan descendencia. Así coexisten seres unicelulares como las amebas con seres pluricelulares como los humanos, surgidos mucho más posteriormente; lo que ocurre es que las amebas actuales, que coexisten con los humanos, no tienen por que ser iguales a las amebas primitivas; estas surgieron hace unos 1500 millones de años, se diversificaron, colonizaron determinados ambientes, han evolucionado más o menos y han llegado hasta la actualidad, es decir han tenido su éxito evolutivo; pero hace unos 1000 millones de años algunos seres unicelulares, no necesariamente amebas, dieron un salto evolutivo importante: al reproducirse no se separaron las células hijas y se formó el primer ser pluricelular, todavía muy sencillo y con pocas células: el estado colonial; actualmente hay representantes de este estado como las algas verdes del género Volvox, por ejemplo. Pasó el tiempo y los seres vivos pluricelulares se fueron perfeccionando hasta llegar al hombre actual por ejemplo. Pero esto no implica que desaparezcan las formas de vida como las amebas y las algas anteriormente citadas, representantes actuales de estadios evolutivos del pasado, que han encontrado su nicho ecológico y han sobrevivido.

6. La evolución de un determinado ser vivo hay que considerarla, no aisladamente sino en el contexto del ecosistema al que pertenece. Se puede decir que evoluciona el ecosistema y todos los seres vivos integrados en él, pero si el ecosistema se desestabiliza, los seres vivos integrados también lo hacen; un determinado factor que altere el ecosistema, como la penetración de una especie extranjera, un cambio climático brusco..., y sobre todo la acción humana someten al ecosistema a una determinada presión de selección que obliga a que éste cambie, evolucione... o desaparezca y por supuesto, los seres vivos que en él viven también están sometidos a la misma presión de selección y evolucionan, unos más, otros menos, y algunos desaparecen y si el ecosistema se destruye totalmente, desaparecen todos.

 

Por lo anteriormente escrito podemos considerar a la evolución de los seres vivos como un proceso que recuerda a un tejido reticular, no a una línea, ni a un árbol, ni siquiera a un arbusto; aunque existen formas antecesoras, ancestros que se pueden diversificar y dar lugar a formas descendientes que por lo tanto presentan este antecesor común, en un proceso que recuerda un arbusto pero no siempre ocurre esto. La evolución, al corresponder a seres vivos que siempre se encuentran en ecosistemas, es un proceso caótico, ya que los ecosistemas también lo son.

 

Aparecen las proteínas

 

Pero volvamos a las asociaciones de las estructuras vivas. Los ácidos nucleicos son adecuados para guardar información vital y se pueden reproducir o replicar fácilmente para perpetuarse; pero ellos mismos no pueden dar lugar a estructuras vivas; pero, he aquí, que aparece una asociación entre macromoléculas: los ácidos nucleicos se asocian a proteínas: en realidad, las proteínas se construyen a partir de sus monómeros, los aminoácidos, según la secuencia de nucleótidos que tienen los ácidos nucleicos en un proceso trascendente para la vida: la traducción o biosíntesis de proteínas. En las células, este proceso de traducción de los genes (se pasa de un lenguaje de nucleótidos a un lenguaje de aminoácidos) se realiza en unos orgánulos celulares, los ribosomas, y es un proceso complejo en donde interviene toda una maquinaria enzimática. Gracias a esta asociación, las proteínas funcionan como herramientas que construyen la materia viva a partir de las instrucciones que hay en los genes; Estos no solo portan la información de cómo va a ser un ser vivo, un rosal, una mosca... sino también las instrucciones para construirlo correctamente; y de esto se encargan las proteínas, muchas de las cuales son enzimas que posibilitan las reacciones celulares para esta construcción. ¿Se realizó este proceso de traducción  en los ribosomas desde un principio antes de formarse las primeras células? No estamos seguros; tal vez estos orgánulos fueron de los primeros en formarse, aunque de forma muy elemental y a partir de la formación de un conjunto cada vez más creciente de diversas proteínas se fueron construyendo otros orgánulos celulares diferentes en una protocélulas, que eso sí, debieron contener en principio el material genético, las correspondientes proteínas y una especie de cubierta protectora que las aislase del medio circundante y que a la vez permitiese un intercambio de materia y energía con el: la precursora de la actual membrana plasmática, hecha actualmente de una combinación de lípidos y proteínas que se asocian a determinados glúcidos.

 

Sobre el origen de la vida

 

Si aceptamos que en el nacimiento de la vida en la Tierra, las moléculas vitales (monómeros y macromoléculas)  se organizaron en orgánulos y estos dieron lugar a las primeras células, tal y como he indicado, el proceso de biosíntesis de proteínas debió de irse perfeccionando a medida que se construían dichas células y estas, a su vez, evolucionaban y se perfeccionaban; Pero ¿surgieron así las primeras células sobre la Tierra? Hay otras alternativas no descartadas:

1.- Antes de las células aparecieron los virus; no se considera probable, pues la mayor parte de los biólogos en la actualidad creen que los virus son fragmentos génicos del genoma celular que se han independizado y necesitan de la maquinaria celular para reproducirse y subsistir.

2.- Ácidos nucleicos provenientes del espacio ¿en forma de virus? (tal y como defendía Fred Hoyle) sembraron y ¡siembran! de vida la Tierra.

3.- También bacterias provenientes del espacio llegan a nuestro planeta. (ya lo indicó Arrhenius a principio del siglo XX). El dilema, en estos dos últimos casos (teoría de la panspermia)  es, suponiendo que esto sea cierto, saber como llegan virus o/y bacterias a la Tierra. Pueden venir por medio de cometas y meteoritos (macro o micrometeoritos) o bien de otras formas más fantásticas, es decir por medio de seres extraterrestres inteligentes que siembran de esta forma nuestro planeta de vida... aquí entramos en el terreno de la ciencia-ficción, aunque no han faltado biólogos prestigiosos como F.Crick, que lo han propuesto. Es conocido por los científicos la resistencia que ofrecen los esporos bacterianos a condiciones extremas, como por ejemplo las espaciales. Además se calcula que cada año llegan a la Tierra más de 200.000 toneladas de materia interplanetaria, principalmente en forma de pequeñas partículas, las cuales pasan prácticamente desapercibidas, aparte de los meteoritos de mayor tamaño y de los materiales cometarios, que como es lógico suponer son mucho menos frecuentes.

 

Lo más difícil en el estudio del origen de la vida es deducir cómo se han construido las primeras células, por simples que estas hayan sido, a partir de constituyentes vitales moleculares y macromoleculares en las condiciones prebióticas que se suponen existieron en la Tierra, es decir  vulcanología abundante, temperatura superficial elevada, fuertes descargas eléctricas, incidencia de radiaciones cósmicas más agresivas que las actuales (no existía por aquel entonces las protectora capa de ozono), atmósfera con muy poco oxígeno... En estas condiciones, en la superficie terrestre debió ser bastante difícil que se originara vida... en la actualidad, hay bastantes biólogos partidarios de que las primeras células se originaron protegidas de estas condiciones adversas superficiales: se pudieron formar bajo el agua, en las inmediaciones de las chimeneas submarinas ligadas a las dorsales oceánicas, en donde hay una fuente de calor y hay nutrientes químicos, todo ello emanado de estas dorsales; en la actualidad se han detectado ecosistemas que viven a costa de estas dorsales y que son independientes de la energía solar, formados por bacterias de tipo “quimiosintético”, gusanos marinos, cangrejos... También las primeras células pudieron formarse bajo tierra: se ha descubierto gran cantidad de bacterias subterráneas que son independientes de la energía solar. También se conocen bacterias del tipo de las arquibacterias que tienen ciertos rasgos diferenciales con las demás bacterias y que, muchas de ellas, viven en condiciones ambientales extremas (bacterias extremófilas), tales como a muy elevadas temperaturas; determinados biólogos creen que en el origen de la vida sobre la Tierra, las primeras células, bacterianas o no, debieron estar adaptadas a estas condiciones iniciales de temperaturas altas. Por otro lado, si analizamos la estructura molecular todos los seres vivos que hay sobre la tierra, vemos una asombrosa homogeneidad, por ejemplo en el lenguaje genético y en su código de traducción a proteínas, que es único para todos los seres vivos,  en sus procesos metabólicos básicos: fermentaciones, respiraciones, fotosíntesis...; todos ellos, aunque con variaciones evolutivas, obedecen a un plan general común; estos hechos nos indican que todos los seres vivos proceden de un mismo linaje celular primitivo. Es posible, que a partir de una única célula primitiva, por reproducción surgiesen células hijas, que se extendieron por todo el planeta terrestre, en un lapso de tiempo de unos 500 – 1000 millones de años, sobre todo si estas células fueran bacterias,  que tienen una gran velocidad de reproducción (en veinte minutos – media hora, una bacteria se puede dividir en dos hijas por bipartición); aunque este proceso de colonización terrestre se facilitaría mucho más si consideramos la teoría de la panspermia, antes citada.

 

Independiente del ambiente terrestre, más o menos adverso para la vida, es difícil imaginar como las macromoléculas precelulares, tales como los ácidos nucleicos, proteínas, glúcidos, lípidos... pudieron ensamblarse de forma tan ordenada y perfecta para constituir la compleja estructura celular y su maquinaria fisiológica;  Este proceso precelular es el gran escollo con el que se enfrentan los estudiosos de este tema; se puede superar con la teoría de la panspermia, bien sea accidental o dirigida (extraterrestres), pero la pregunta se traslada a otros lugares del universo: ¿ existieron en algún lugar de este universo, bien fuese planeta o no, unas condiciones más favorables que las terrestres para que se pudiesen formar células y luego estas se dispersaron y sembraron otros lugares del cosmos, como nuestra Tierra? ¿Cómo fueron estas condiciones? Son preguntas que actualmente no podemos responder; de todas formas si somos coherentes con nuestro modelo de evolución del Universo en el sentido de que a partir de la gran explosión se ha ido formando materia desde la más simple a la más compleja, como parecer ser, es así, las primeras células en dicho universo no han podido ser “creadas”; han tenido que surgir por evolución a partir de moléculas bióticas precelulares, bien sea en la Tierra o en otro lugar del espacio.


 

Ahora nos podemos preguntar: ¿si hay vida en otros lugares del universo, tiene que estar  forzosamente hecha a base de carbono y de ácidos nucleicos – proteínas? ¿O solamente este tipo de vida surge en la Tierra? No podemos estar seguros, pues no tenemos pruebas contrastadas de que nuestra vida terrestre esté en otros lugares del cosmos. Quizá hay otras formas insospechadas de vida... pero si nos atenemos a la probable uniformidad química y física de nuestro universo: en todos los lugares del cosmos hay estrellas con un mismo tipo de quimismo y probables planetas surgidos de estas estrellas, entonces es lógico pensar que la vida natural solo surge a partir de determinados elementos tales como el carbono, aunque después las formas de esta vida puedan ser muy diversas como de hecho lo son en nuestro planeta. Hay que tener en cuenta que los átomos y las moléculas se comportan de forma similar bajo las mismas condiciones físicas. Las estrellas que se conocen son todas, dentro de su variedad, similares y son laboratorios de los mismos elementos químicos; es decir, la materia universal no viva es toda igual dentro de la gama de variedades que hay en el cosmos (tipos de estrellas, galaxias, nebulosas...); es muy probable que ocurra lo mismo con la materia viva, si es que esta aparece en otros lugares del cosmos, como por lógica es posible y hasta probable. Suponiendo que en otros planetas la evolución de los seres vivos esté más adelantada, hayan llegado a formar civilizaciones inteligentes más avanzadas que la nuestra y hayan creado seres vivos artificiales (la llamada inteligencia artificial, que nosotros estamos empezando a vislumbrar), estos seres vivos (androides, robots, ordenadores...) siempre procederán de seres vivos naturales y nunca habrán surgido espontáneamente.

 

 

Surgen las células

 

Bien sea de una manera o de otra, emergen las primeras células a partir de la asociación y cooperación de moléculas precursoras prebióticas, en la Tierra o en otros lugares de nuestro universo. ¿Qué tipo de células eran estas? ¿Fueron las células bacterianas las más primitivas o no? Hasta hace unos años se creía que las bacterias fueron las primeras células en aparecer sobre la Tierra; pero en la actualidad esto no se tiene tan claro. Algunos biólogos como Carl Woese, creen que las primeras células surgidas en la Tierra a las que se ha denominado LUCA (Last Universal Common Ancestor) no eran bacterias sino que eran más parecidas a protozoos, con genomas fragmentados en varios cromosomas lineales, antes que uno circular, y poliploides, es decir con varias copias de más de cada gen. Para estos biólogos, las bacterias aparecieron con posterioridad, descendientes sumamente especializadas y simplificadas de los LUCAS, como una adaptación a lugares más cálidos: así, las bacterias habrían desechado gran parte del “mundo ARN”: ARN guía, ARN en exceso, ARN pequeño nuclear, intrones... que las células no bacterianas conservan. Todos estos ARNs eran un estorbo en ambientes más cálidos (fuentes termales, rocas subterráneas); de esta manera simplificaron su maquinaria genética y consiguieron una velocidad de reproducción más rápida, consiguiendo conquistar posteriormente gran variedad de ambientes. En un reciente trabajo se ha descubierto que no todas las bacterias tienen un cromosoma circular sino que existen especies bacterianas que tienen varios cromosomas lineales y en determinados casos poliploides, lo que podría apoyar esta teoría evolutiva anteriormente expuesta.


Sean primero las bacterias o bien las células no bacterianas (eucariotas), el caso es que hacia los 3500 millones de años ya existían dichas células en la Tierra, como lo atestiguan los primeros fósiles. Las bacterias, debido a su rapidez reproductiva, se debieron extender rápidamente en el planeta y conquistaron todo tipo de ambientes; la mayor parte se protegieron de una resistente cubierta por fuera de la membrana plasmática, la pared bacteriana que entre otras funciones les protegía de los desequilibrios osmóticos con respecto al ambiente externo; actualmente son numerosísimas y con un gran éxito vital; es probable que sean los últimos seres vivos en morir en caso de una catástrofe que acabase con la vida en nuestro planeta.

 

¿Cómo han evolucionado las células no bacterianas hasta la actualidad?

Un hito importante en su evolución fue la asociación endosimbiótica con bacterias; este es un claro ejemplo de evolución por asociación o cooperación entre especies diferentes a nivel celular. Esta colaboración debió tener lugar  en épocas tempranas de la evolución celular. Primero, células eucarióticas primitivas introdujeron en su interior bacterias que practicaban una respiración aerobia; esto debió de ocurrir cuando ya existía el suficiente oxígeno en el ambiente y las células ya tenían que convivir con el y adaptarse a su presencia. Estas bacterias “fagocitadas” se convirtieron en mitocondrias y de esta forma las células eucariotas pudieron respirar adecuadamente en ambientes cada vez más ricos en oxígeno y obtener un máximo rendimiento energético; quizás este hecho posibilitó el surgimiento del nivel pliuricelular posterior a partir de estas células. Una asociación endosimbiótica algo posterior permitió el surgimiento de las células eucarióticas fotosintéticas, las células vegetales: en este caso las bacterias introducidas fueron bacterias fotosintéticas análogas a las actuales cianobacterias o bien cloroxibacterias, originando los cloroplastos de las células vegetales.

 

Surgen los organismos pluricelulares

 

A diferencia de las bacterias, las células eucarióticas han conseguido formar organismos pluricelulares. Las células bacterianas como mucho, forman colonias: sus células se unen entre si mediante una especie de cemento mucilaginoso derivado de su cápsula bacteriana, que es una envoltura externa, por fuera de la pared bacteriana, que muchas bacterias poseen; así pueden formar capas o tapines sobre sustratos sólidos, pero estas células coloniales no están estrechamente ligadas entre si y por su puesto no forman organismos pluricelulares con tejidos. ¿Por qué no han conseguido alcanzar el nivel pluricelular? Quizá su genoma no presente los genes para tal fin o es posible que la pared bacteriana se lo impida; tal vez no lo necesiten.

Y es la consecución de organismos pluricelulares otro hito evolutivo en los seres vivos. Como dije anteriormente, la célula original, al dividirse en células hijas, estas no se separan y se va formando el ser pluricelular. En un organismo de este tipo en seguida aparece el fenómeno de la división de trabajo en las células resultantes. Estas células pierden libertad individual al sacrificarse en aras de un organismo superior; todas ellas cooperan para llevar a buen fin el buen funcionamiento de este ser pluricelular, según unas funciones encomendadas muy definidas, de las cuales no se pueden desviar. A lo largo de la evolución de los seres pluricelulares, estos se van complicando cada vez más y enseguida aparecen en sus estructuras tejidos y órganos, formados, por supuesto por células más o menos especializadas. El mayor grado de complejidad estructural aparece en los animales; durante el desarrollo embrionario las células, en principio totipotentes, se van diferenciando y van perdiendo su capacidad para originar cualquier tipo de tejido; este hecho viene determinado en el programa genético del desarrollo de cualquier organismo pluricelular mediante activación secuencial de los correspondientes genes del desarrollo los cuales expresan señales proteicas que van induciendo a las células que se van diferenciando a que expresen unos genes y no otros según su destino. Un organismo pluricelular se puede comparar, salvando las distancias, a una sociedad humana en la que cada colectivo realiza un determinado trabajo en dicha sociedad; de igual manera, en un ser pluricelular, cada tejido y órgano realiza su función y su trabajo.

Ya he indicado que los organismos pluricelulares se van haciendo cada vez más complejos a lo largo de la evolución y es esta complejidad donde se hace más patente en los animales. En estos, entre otros tejidos, aparece el tejido nervioso, que forma con otros tejidos de apoyo, los sistemas nerviosos, exclusivos de los animales y que les permite relacionarse de forma rápida y eficaz con su medio ambiente y emitir respuestas rápidas a los estímulos ambientales. Es en los animales que se desplazan, en donde estos sistemas alcanzan su máximo desarrollo. En los invertebrados hay sistemas nerviosos bastante complejos en artrópodos, en especial en los insectos y en los cefalópodos (pulpos y calamares); pero es en los vertebrados en donde los sistemas nerviosos alcanzan su máxima complejidad: vertebrados terrestres como las aves y en especial los mamíferos consiguen cerebros muy sofisticados y complejos que son capaces de almacenar gran cantidad de información. Y es en los primates y en concreto en la especie humana donde el cerebro ha alcanzado el máximo de complejidad hasta la fecha; aunque hay mamíferos que se les considera “inteligentes” como los elefantes, los delfines, los chimpancés... los humanos les superan con creces. En sus cerebros, la corteza cerebral se ha desarrollado más que en cualquier otro animal, replegándose en la caja craneana en las llamadas circunvoluciones cerebrales; aunque este proceso no es exclusivo de la especie humana, es en esta donde alcanza los resultados más espectaculares. Esta corteza, en los humanos, tiene un grosor de algunos milímetros y está formada por unos 30 billones de neuronas estructuradas en capas, que establecen entre si cientos de miles de millones de sinapsis o contactos neuronales. Es fácil deducir que la corteza cerebral tiene mucho que ver con las capacidades y actividades cognitivas, que alcanzan gran desarrollo en los humanos como por ejemplo: la personalidad, la consciencia, el pensamiento abstracto y el lenguaje.

 

Surge el espíritu

 

Es en el cerebro de los humanos donde se da otro salto evolutivo importante en el aumento de complejidad y almacenamiento de información en el universo: de estos sustratos biológicos que son los cerebros humanos emerge la vida espiritual; de cierta vida compleja surge el espíritu.

El espíritu de un ser humano se ha interpretado de muchas formas a lo largo de la historia. Desde la más remota antigüedad, los humanos han profesado diversos tipos de religiones, que han cumplido funciones varias: nexos de unión de los grupos tribales y de pueblos y comunidades posteriores, que han estimulado la conquista de territorios, herramientas de poder, normas de conducta humana, dar respuesta a lo que pueda haber después de la muerte... pero en casi todas ellas, por no decir en todas, se ha creído firmemente en una entidad espiritual o alma que unida al cuerpo forma el individuo humano; para la mayor parte de las religiones esta entidad espiritual o alma es inmortal y transciende al cuerpo mortal del ser humano: si los humanos se comportan debidamente en la Tierra, sus almas reciben un premio al morir y si se comportan erróneamente, reciben un castigo. Esta visión un tanto simplista está arraigada en muchas religiones, tales como la musulmana y la cristiana. Otras creencias cercanas a las religiones y con tintes filosóficos y esotéricos tratan de explicar algo más estas cuestiones; por ejemplo:

 

 

            “Los humanos estamos en un grado de evolución primitivo, dentro de los seres inteligentes, por lo que disponemos de un cuerpo físico de gran densidad, que es el que vemos.

 

En la especie humana hay 3 tipos fundamentales de cuerpos:

 

            1.- El cuerpo físico, que es el único visible.

 

            2.- El cuerpo vital o etérico, formado por ondas electromagnéticas, es una reproducción de nuestro cuerpo físico. Permite captar y asimilar la energía solar y cósmica, vivificando nuestras células. Se puede separar del cuerpo físico mediante métodos químicos, psíquicos o magnéticos, proyectándose a otros lugares,

incluso fuera de La Tierra, con consciencia de la persona. Sirve de nexo al alma.

 

 

            3.- Cuerpo astral o alma. Imprescindible para conectar con el espíritu de cada persona. Dirige, controla y legisla todas las emociones, deseos y posiciones del individuo. Canaliza las emociones, pensamientos y las relaciones del ser humano con otros seres.


 

 

 

            4.- Cuerpo espiritual o espíritu. Es inmortal y eterno. Necesita perfeccionarse, comenzando a vivir en cuerpos primitivos. A medida que se va enriqueciendo, al morir dichos cuerpos, pasa a otros más elevados y así sucesivamente hasta que se reúne con Dios. Si no aprovecha debidamente las experiencias de sus cuerpos, su camino de perfección es más lento, "reencarnándose" de nuevo en cuerpos inferiores; incluso puede bajar de nivel. Si el espíritu, que es libre, cumple los mandatos de amor y justicia, según los planes cósmicos de Dios, va ascendiendo a niveles superiores en sus sucesivas existencias y cada vez se acerca más a Dios y lo conoce mejor. En determinados niveles ya se ha liberado de su soporte físico. Los humanos nos hallamos en un nivel o mundo de tipo "infierno", aunque los hay todavía más inferiores. Nuestros espíritus pueden volver a nacer en otros mundos o en una época más avanzada de nuestro propio planeta.”

 

            También en la literatura y en las leyendas se mencionan a los espíritus, fantasmas, muertos y aparecidos... y no digamos en las ciencias paranormales.

            Como se ve, el individuo humano intenta transcender a la muerte de una forma u otra y no se contenta con acabar aquí en la Tierra su propia existencia, una vez muerto. Pero ¿qué nos dice la ciencia de todo esto? Mas bien nada. La existencia de la inmortalidad individual no se ha podido demostrar científicamente entre otras razones porque nadie después de muerto ha vuelto a la Tierra para contarnos lo que hay después de la muerte. Si hay ago no lo podremos saber hasta que estemos muertos. Desde un punto de vista científico y racional, la vida espiritual, o como se quiera llamar, emergente a partir de ciertos animales como los humanos, solo se entiende si se sostiene sobre el sustrato biológico de tipo neuronal que reside en el cerebro (Ver mi artículo: “El mundo de los nemes y su evolución”). Cuando estos cerebros se descomponen con la muerte biológica, los espíritus, al fallar la base que los sustenta, también desaparecen. Mientras haya cerebros y humanos que los porten los espíritus existirán y podrán evolucionar siguiendo sus peculiares normas de evolución; el salto y desligamiento de esta vida espiritual de su sustrato biológico cerebral,  hoy por hoy es imposible; piénsese que así como cualquier tipo de vida se asienta en una serie de moléculas de materia, cualquier tipo de espíritu se asienta en unas determinadas formas de vida: los cerebros de los humanos.

            Se puede especular sobre el futuro de esta vida espiritual: dependerá del futuro de la especie humana; si como todos deseamos la especie humana no se autodestruye y evoluciona a mejor, es de suponer que los cerebros de los humanos sean cada vez más potentes y capaces y puedan almacenar cada vez más información; los humanos conoceremos cada vez mejor el universo que nos rodea y podremos colonizar nuestro sistema solar y expandirnos mas allá de el... Mediante técnicas de ingeniería genética podremos dirigir nuestra propia evolución, seleccionando nuestros futuros genes y podremos evolucionar hacia una especie humana mejorada y enriquecida genéticamente, con menos enfermedades, mayor esperanza de vida, cerebros más inteligentes y con mayor riqueza espiritual. Será el Homo supergenicus; quizá alcancemos un mayor entendimiento espiritual entre nosotros, desarrollando facultades paranormales como la telepatía y otras y quizá esta riqueza espiritual se vea estimulada con energía espiritual positiva como la energía que proporciona el sentimiento amoroso entre los humanos tal y como predican determinadas religiones.

 

 

            Recapitulación

 

            Recapitulando, tras este ensayo, vemos existen una serie de hitos en la evolución de nuestro universo:

            1.- Formación de partículas subatómicas materiales a partir de la energía primordial del big-bang

            2.- Formación de átomos y moléculas materiales.

            3.- Formación de macromoléculas previtales tales como los ácidos nucleicos y proteinas.

            4.- Formación de células, unidades de vida.

            5.- Formación de organismos pluricelulares.

            6.- Formación de seres humanos en donde emerge la vida espiritual.

En todos estos pasos de evolución vemos una complejidad creciente y una mayor capacidad de almacenar información.

            Si contemplamos una visión panteísta de Dios que es la que mejor puede entender la ciencia, es decir, el universo es Dios, este no es el creador del universo sino que el universo, a medida que se desarrolla y evoluciona va creando al propio Dios, pues va alcanzando cotas cada vez mayores de complejidad y de consciencia.

 

Año 2001